Las siete tramas primarias

Aquiles: historias de superación. A pesar de ser poderoso, el protagonista debe tener un punto débil, su talón de Aquiles, que al hacerlo vulnerable le aporte humanidad. Como Superman y la kryptonita.

La Cenicienta: historias de transformación. A pesar de tratarse de un personaje humilde e incomprendido, puede levantarse del fango y mostrar al mundo su verdadera naturaleza. Como Rocky (dir. John G. Avildsen, 1976) y Pretty Woman (dir. Garry Marshall, 1990).

Jasón: historias de búsqueda. A pesar de que tenga pocos recursos y la búsqueda sea difícil o improbable, el personaje debe intentarlo. Piensa en The/ma y Louise (dir. Ridley Scott, 1991), El señor de los ani/los (dir. Peter Jackson, 2001) o cualquier historia detectivesca.

Fausto: historias de tentación. Por absurdo que parezca el pacto, el personaje lo arriesgará todo y se pondrá en manos de otro. Como en Wall Street (dir. Oliver Stone, 1987) y Terminator (dir. James Cameron, 1984).

Orfeo: historias de pérdida irrevocable. Por muy largo o peligroso que sea el viaje, el protagonista debe llevarlo a cabo para recuperar lo que ha perdido. Por ejemplo, A propósito de Henry (dir. Mike Nichols, 1991) y Memento (dir. Christopher Nolan, 2000).

Romeo y Julieta: historias de amor correspondido. Chico y chica se conocen, superan una serie de obstáculos y acaban juntos (de una manera u otra). Por ejemplo, Algo para recordar (dir. Nora Ephron, 1993) y Hechizo de luna (dir. Norman Jewison, 1987).

Tristán e Isolda: historias de amor frustrado. Chico y chica se conocen, pero uno de los dos ya está comprometido. Por ejemplo, La extraña pasajera (dir. Irving Rapper, 1942) o Atracción fatal (dir. Adrian Lyne, 1987).